La ciudad arqueológica de Teotihuacán, construida entre los siglos I y VII d. C, fue trazada a partir de la Pirámide de la Luna, según los expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, y no a partir de la Pirámide del Sol, como se creía hasta ahora.
La Pirámide de la Luna, considerada la segunda estructura principal de esta urbe prehispánica que llegó a ser habitada por entre 125.000 personas y 200.000, tiene debajo una caverna natural, lo que pudo haber influido en su trazado, no así la Pirámide del Sol, que fue excavada (aunque hasta hace tres décadas se creía que también era natural, y de ahí el antiguo paradigma).
El aspecto que apuntala la teoría de que la Pirámide de la Luna pudo ser el punto de partida es que la primera de sus etapas constructivas, el llamado edificio 1 (100 a.C y 50 d.C.), es «el monumento teotihucano más antiguo conocido» y es anterior al plan urbano que se observa actualmente. Este edificio «tenía un tamaño modesto y estaba relacionado con el mito de la montaña sagrada, simbolizado por el cercano Cerro Gordo», informó el INAH.
Las primeras etapas se hicieron hacia el frente de la estructura y la pirámide fue ampliándose hasta cubrir la cueva, por lo que otra pregunta es «si la posición de esta cavidad influyó en las sucesivas expansiones de la Pirámide de la Luna».
A inicios de este mismo julio, un equipo de especialistas aplicó varias técnicas geofísicas no invasivas que permitieron la identificación de un vacío correspondiente a una cavidad debajo de la la Pirámide de la Luna y algunos túneles de acceso. El objetivo principal de este estudio fue proporcionar pruebas contundentes sobre su existencia puesto que la cueva había sido hallada en 2018 y el primer túnel, en 2017. Estos hallazgos además confirmaban que los teotihuacanos reprodujeron el mismo patrón de túneles asociados a sus grandes monumentos, cuya función debió ser la emulación del inframundo.
«El impacto histórico de este descubrimiento abre la discusión sobre el significado simbólico de esta pirámide y los orígenes de la planificación urbana de Teotihuacán», detallaban los investigadores en el estudio, que se publicaba en el «Journal of Archaeological Science», y en el que ahora se ha profundizado en sus conclusiones.
La Pirámide de la Luna es la segunda pirámide más grande en Teotihuacán a una altura de 43 metros, que imita los contornos de la montaña Cerro Gordo (la primera es la del Sol, con 65 metros de altura). Se construyó sobre siete capas de pirámides consecutivas entre el año 100 y el 450 y se utilizó para realizar ceremonias y sacrificios rituales de humanos y animales.
Uno de los espacios más importantes de Teotihuacán es el que constituye esta pirámide y su plaza delantera, la Plaza de la Luna, con sus basamentos y estructuras que componen todo el conjunto. Presenta una disposición estratégica dentro de todo el trazo urbano, ya que es el punto donde se inicia el eje principal de la ciudad, o lo que es lo mismo, la Calzada de los Muertos.
«Ciudad del Sol»
Recordemos también que estudios del INAH publicados hace dos años apuntaron que el nombre de Teotihuacán significa «Ciudad del Sol» y no «Ciudad de los Dioses» como se creía.
Entonces se realizaron nuevos análisis arqueológicos, de inscripciones y de símbolos de varios documentos, y estos revelaron que la urbe fue nombrada «Ciudad del Sol» por los pueblos que llegaron a la zona después del siglo VIII, una vez que la urbe fue abandonada por sus pobladores originales.
Teotihuacán, ubicada a unos 60 kilómetros de Ciudad de México, fue fundada en el año 100 a.C y cayó alrededor del 650 d.C. Fue una gran metrópoli sagrada, conocida por sus pirámides, cuyos orígenes y pobladores siguen todavía siendo inciertos.
Las ruinas de la ciudad fascinaron a los distintos pueblos que se asentaron en el actual Valle de México, entre ellos los aztecas, quienes bautizaron la ciudad con el nombre actual. Junto con las pirámides de Giza en Egipto y el Coliseo de Roma, Teotihuacán forma parte de las zonas arqueológicas con más visitas turísticas del mundo ahora paralizado y azotado por la pandemia.