España

Ricardo Bofill 1939-2022

Ricardo Bofill, el arquitecto español fundador de Taller de Arquitectura (RBTA), diseñador del icónico Walden 7 y de más de 1.000 proyectos en cuarenta países, ha fallecido este viernes 14 de enero a los 82 años en Barcelona, ​​según ha anunciado oficialmente su propio despacho a través de un comunicado.

Corría el año 1963 cuando, habiendo sido expulsado de la Escuela de Arquitectura de Barcelona (ETSAB) por antifranquista, fundó lo que hoy sería un colectivo transdisciplinar. Con el poeta José Agustín Goytisolo, su hermana Anna —que además de arquitecta era música—, su primera mujer, la actriz Serena Vergano, y una docena de sociólogos, cineastas y fotógrafos formaron el Taller de Arquitectura en Sant Just Desvern, a las afueras de Barcelona, dentro de una antigua fábrica de cemento reconvertida en un monumental estudio-vivienda donde Bofill continuó viviendo toda su vida. Junto a ese estudio, el Taller construyó uno de los inmuebles más carismáticos de España, el Walden 7 (1975). Tal era la fama de lugar rompedor de ese edificio de viviendas que Juan Marsé hizo que el protagonista de su novela El amante bilingüe viviera allí. Eso sí, cada mañana el tipo apartaba de su camino las baldosas que se habían caído de la fachada.

Instalado en París, y conseguido su título de arquitecto en Ginebra, su enorme cultura, su frescura, su audacia y su charme convirtieron a Bofill en un proyectista cosmopolita. Desplegó su defensa de la plaza mediterránea como lugar de encuentro y convivencia y su obsesión por actualizar la historia —como monumentalidad habitada— por toda Francia. En Versalles, construyó Les Arcades du Lac (1982), una ville nouvelle de manzanas ortogonales que ―como Le Palais d’Abraxas o Le Théâtre y L’Arc en Marne-la-Vallée― combinan tecnología e historicismo, jardín francés, vivienda social y la obsesión bofilliana de reivindicar la convivencia cívica.

Tal vez por rebeldía o quizá porque se esforzó por ser un tipo libre, Bofill esquivó el racionalismo casi toda su vida. Le preocupó más construir lugares conectados a la ciudad que edificios aislados. En medio de una ola generalizada de depuración moderna —que solo empleó para simplificar y actualizar el carácter vernáculo de sus primeros proyectos— él siempre respondió recurriendo a la historia. Y a la tecnología. Así, fue postmoderno antes de la postmodernidad —cuando serlo pasó a indicar más moda que cultura histórica—. Con todo resulta paradójico que hoy resulte difícil ponerle fecha a barrios como Echelles du Baroque, en el distrito XIV de París, o Antigone en Montpellier, que, levantados a principios de los ochenta, construyen una presencia todavía abrumadora en la ciudad.

La firma elogió la capacidad de Bofill para "cuestionar el pensamiento dominante en arquitectura. [Sus obras] abarcan una expresión de estilo, conectada con el contexto, que presenta una fuerte dosis de innovación y riesgo". Además, RBTA ha confirmado que sus dos hijos, Ricardo Emilio y Pablo, seguirán al frente de la firma fundada en 1963.

Si el sueño de habitar columnas colosales lo combinamos con el uso de vivienda colectiva, el resultado puede llegar a ser una bomba de relojería, como sucede en el edificio de apartamentos de Chicago «Pensacola Place II» (1981). En ese icónico edificio, Stanley Tigerman convierte una fachada de vidrio de 14 pisos de altura puramente funcionalista, en un verdadero templo jónico habitado. Para ello, el arquitecto norteamericano superpone al volumen convencional del edificio un entablamento gigante como remate superior y unos balcones semicirculares que reconstruyen visualmente seis columnas de proporciones descomunales.

«La creación de la gigantesca columnata imaginaria se realizó con los materiales más sencillos. Las columnas, que son los balcones escalonados de los apartamentos, ganaron cuerpo con unas barandillas de malla fina recubiertas de vinilo que combinan transparencia para las vistas con aparente solidez para potenciar la ilusión.» (Tigerman, 1983)[1]

Lo que en manos de Tigerman resultaba un mero juego estilístico, o un guiño visual a la historia tan común en la efervescente posmodernidad, se estaba convirtiendo en la periferia de París, casi de manera simultánea, en poco menos que asunto de estado. El presidente francés, François Mitterrand, neoclasicista y faraónico a partes iguales,[2] pero siempre enamorado de los proyectos de gran envergadura, confía en Ricardo Bofill, en sus columnas gigantes, y en varios de sus acólitos, para construir algunos de los edificios de vivienda social más icónicos en los alrededores de la capital francesa. Todos ellos, complejos necesarios para la expansión de ciudades-dormitorio de nueva creación como Marne-la-Vallée o Cergy-Pontoise, que acogieran el crecimiento incontrolado de la metrópolis parisina. La idea de entender la vivienda como un palacio[4] sustituye aquí a la de la «machine à habiter» corbuseriana como propuesta para la reconstrucción francesa, convirtiéndose en el leitmotiv principal de proyectos como «Les Espaces d’Abraxas» (1983) del propio Bofill o «Les Arenes de Picasso» (1984) de Núñez Yanowsky, uno de sus antiguos colaboradores del Taller de Arquitectura. Ambos complejos están repletos de columnas de vidrio de hasta nueve plantas, entablamentos de hormigón prefabricado, y aires de un retrofuturismo distópico neoclásico, que les convertirá en contextos perfecto para rodar años después escenas de películas que dibujan futuros fatalistas como Brazil (1985) de Terry Gilliam o Los Juegos del Hambre (2008).

Estos proyectos se desarrollan bajo el amparo de una política pública que utilizará esta concepción formal palaciega de la vivienda social de construcción masiva como slogan perfecto para enmascarar un urbanismo que repite los errores del pasado, creando guetos cerrados y periféricos, sin mejorar tampoco los estándares de las viviendas, pero que sin embargo, construyen una falsa identidad de vivir como un «Rey Sol en un Versalles para el pueblo», en y entre esas columnatas de proporciones desorbitadas, sumergidos en esos palacios de periferia en los que nacerán los futuros príncipes y princesas del pueblo.

Su despacho ha anunciado un acto público que se celebrará los próximos 26 y 27 de enero en la sede de Barcelona para quienes quieran rendir homenaje a Bofill.


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2022