HISTORIA
Tiempo después de la fundación de la ciudad de La Paz, una primera iglesia fue emplazada en el sitio en tiempos coloniales, misma que con mucha dificultad quedó concluida en 1658. Esta duró aproximadamente ciento setenta años, hasta que en 1821, por fallas en su estructura, se rajó el presbiterio y la nave central, por ello los canónigos se vieron obligados a dejar el edificio, para trasladarse al templo de los dominicos (Templo de Santo Domingo, aún existente, ubicado entre la calle Ingavi y Yanacocha)
Los primeros cimientos de la nueva catedral fueron colocados en 1832, durante la presidencia del Mariscal Andrés de Santa Cruz, de acuerdo a los planos diseñados por el arquitecto Padre Manuel Sanahuja, estando lista la cimentación recién en el año 1843. En 1847 se hizo cargo de la obra Felipe Bertres que avanzó la construcción hasta llegar al frontis del piso o cuerpo primero, dejando el trabajo en manos de José Núñez del Prado, quien con talladores y picapedreros venidos de Europa, a instancias del presidente José Ballivián, logró colocar la cornisa principal de la fachada.
Sin embargo, la falta de recursos hizo que durante la administración del Dr. José María Linares se suspendieran los trabajos, llegando incluso a poner en pública subasta las herramientas, carros de traslado y materiales. Desde 1863 hasta 1897 las obras estuvieron paralizadas, siendo que incluso, cuando en 1883 el Obispo Juan de Dios Bosque pretendió reiniciar los trabajos, se encontró con que los planos se extraviaron.
La primera catedral de La Paz comenzó a construirse en piedra, cal y ladrillo el año 1558, en paralelo al trazado original del casco histórico. En 1605, durante el proceso, fue elevada al estatus catedralicio, y fue concluida en el año 1692. Sin embargo, en 1831 se resolvió demolerla debido al hundimiento de su presbiterio y a varias rajaduras que amenazaban con que pudiera desplomarse.
Las obras de levantamiento de la actual catedral se iniciaron en marzo de 1835 bajo el mandato del Mariscal de Santa Cruz. Tras una primera etapa y varios cambios de arquitecto, la obra fue suspendida en 1857. Tras reiniciarse a fines del siglo por órdenes de Aniceto Arce, fue inaugurada en 1925 en el marco del primer centenario de la fundación de la República, aunque nunca llegó a concluirse según toda la evidencia nueva que ha sido hallada.
En 1897, en base a los planos diseñados por el arquitecto italiano Comendattore Conde Francesco de Vespignani, nuevamente se emprendieron labores, bajo la dirección del maestro Alberto Manno, al que le sustituyó el jesuita Eulalio Morales quien avanzó mucho en el diseño arquitectónico.
Tiempo después, Antonio Camponovo se puso al frente de la construcción, pero por divergencias de carácter estético, dejó la obra en la persona del sacerdote salesiano Ernesto Vespigniani quien elaboró otros planos. Al fin la Catedral, pudo ser medianamente estrenada para el Centenario de la República, aunque recién con muchísimo trabajo, fue habilitada con los acabados interiores en 1932.
La cimentación alcanza al rio y tiene una profundidad de aproximadamente veinticinco metros bajo la plaza ocupando media manzana, donde se distinguen, la sacristía, los pilastrones, muros, peristilo y azotea, alcanzando tres mil metros cuadrados destinados a ser ocupados aproximadamente por doce mil fieles, con una cúpula central parecida a la de San Pedro en Roma, con aproximadamente cincuenta metros de alto por doce de circuito desde el nivel del suelo, embaldosado con planchas combinadas a colores de mármol de carrara.
La construcción es de piedra granítica y el altar mayor de berenguela con un tabernáculo de varios colores. Llama la atención el diseño con enormes columnas corintias y ornamentos, con tres naves, altísimo crucero, coro y presbiterio, que le otorgaban una majestuosidad imponente, sin dejar de lado sus magníficos vitrales. La gran cúpula central se encuentra revestida de bronce.
La Catedral es de estilo neoclásico con algunos elementos barrocos. Tiene un interior distribuido en cinco naves. En su construcción y diseño participó el arquitecto Antonio Camponovo, responsable de la Glorieta de Sucre y del Palacio Legislativo. Recién en 1989 se inauguraron sus dos torres laterales, coincidiendo con la visita del Papa Juan Pablo II.