Proyecto de restauración de Chullpas en el altiplano de Bolivia
En la localidad de Umala, en la provincia Aroma,
Muy cerca de la carretera Patacamaya - Tambo Quemado
El epicentro es el yacimiento arqueológico Huayllani-Cóndor Amaya, que en aimara significa sitio de paja en el que el cóndor ha muerto. En la extensión del recorrido son visibles enormes estructuras de barro y piedra, generalmente cuadrangulares, dentro de las que existe una bóveda en la que antiguamente se colocaban encogidos los restos humanos.
La técnica de edificación de estas tumbas tiene variantes, puesto que algunas son solo de arena mientras en otras está mezclada con algo de paja y piedra. Las chullpas, cuyo concepto se asemeja a las pirámides egipcias, son la "materialización de la espiritualidad que existía en el inicio del pueblo aimara", según la especialista en conservación patrimonial y encargada del proyecto, la griega Irene Delaveris.
La reconstrucción de las ‘chullpas’ es la tercera etapa de un proyecto que contó con la colaboración de la Embajada de Suiza en Bolivia, que anteriormente se realizó en los sitios arqueológicos de Culli Culli y Qiwaya, del departamento de La Paz.
Las chullpas son cuadrangulares, de colores rojizos o café, como la tierra del lugar, situadas en medio de cerros y pampas en el altiplano boliviano, resistentes al sol abrasador y al viento helado. "Hay (torres funerarias) de dos periodos (culturales), de los Señoríos Aymaras (preincaico) y otro del Inca-pacajes, en un intento de conjugar o intercambiar formas de la cultura inca".
El trabajo que se realizó entre julio y noviembre de 2018 consiguió salvar la estructura de once chullpas de un total de 28 que hay en el lugar y que tienen distintas características. Algunos habitáculos son muy grandes y pueden tener hasta unos diez metros de alto, mientras que otros solo dos, generalmente aquellos que se han derruido por el paso del tiempo.
Delaveris indicó que en el altiplano boliviano, donde abundan estos monumentos, está afincada la creencia de que las chullpas "te pueden entrar en el cuerpo y te puedes morir", lo que ello incidió indirectamente en su conservación ya que la gente evitaba acercarse. Sin embargo, estos recintos sagrados de la cultura aimara han sido objeto de "saqueos" de momias y restos humanos que en ellos se depositaban, algo "muy preocupante" porque se pierde información histórica de relevancia, advirtió.
El mito en torno a las chullpas relata que era el nombre de un pueblo que vivía de noche, con la luna, y que las puertas de sus casas debían ubicarse al este para evitar los rayos del sol que, creían, iba salir por el lado opuesto. La leyenda cuenta que cuando el sol salió por el este quemaron a las chullpas y murieron.
La costumbre de hacer chullpas nació por el siglo X y XI d.C., por parte de los denominados Señoríos Aymaras, tras el desplome de la cultura Tiahuanaco, y la práctica se extendió al periodo incaico y hasta entrada la colonia española. Estas construcciones se usaban para el sepelio de gente pudiente, de la realeza, de autoridades religiosas o militares. Son edificaciones de tierra y paja y en menor cantidad de piedra. Tienen una altura de 2 a 8 metros y de 2 a 4 de ancho y todas con una pequeña puerta de ingreso.
Por toda la zona del poblado hay un total de 39, algunas derruidas por los implacables rigores del tiempo y el clima, el único rastro de culturas pasadas. No se conoce con precisión cuántas chullpas hay en toda la región andina de Bolivia. Sólo en el departamento de La Paz hay unas 300, según un cálculo del Ministerio de Cultura boliviano de junio de 2018. En el Perú también existen similares construcciones, algunas circulares.
"Para mí es una expresión de ingeniería única a nivel mundial, porque estas construcciones no se han construido en ninguna otra parte del mundo con esta técnica", señala deslumbrada Delaveris. Las paredes de las chullpas evidencian "una mezcla de paja entera (abundante en el lugar) con el barro" y que, por lo tanto, "genera un tejido como de los textiles", explica la arqueóloga Pero además se ha establecido que "hay un compuesto orgánico que no se ha identificado todavía, pero que puede ser el colágeno de los huesos de las llamas (auquénidos andinos) o alguna planta local que le ha dado una dureza que ha permitido la preservación por siglos".
Todas las puertas de ingreso de las chullpas de Cóndor Amaya están hacia el este, por donde sale el sol. Ello ha originado que surjan leyendas y mitos sobre maleficios del astro rey. Otras explicaciones racionales indican que el único fin era evitar los efectos del viento y la lluvia procedentes del oeste. Severina Flores, tejedora de lana y criadora de ovejas del lugar, recuerda que cuando era niña las torres funerarias causaban temor. "Antes, nunca nos acercábamos cuando era 'wawa' (niña), porque cuando nos acercábamos nos enfermábamos, pero después hemos comenzado a acercarnos, poco a poco".
Por el lugar circula la versión de un vecino, don Estanislao Colque, quien dice que las torres preincaicas "vivían con la luna" y "caminaban por la tierra" hace mucho tiempo. Entre los castigos mitológicos, cuenta don Estanislao, la tierra cambió de posición y el sol dejó de salir por el oeste y nació en algún tiempo por el este, "quemando" a las chullpas que tenían su dirección en sentido contrario. "Es un mito, pero valioso, porque la mitología es también parte del patrimonio", agrega Delaveris.
Créditos
Chullpas de Umala
Responsable de proyecto: Lic. Irene Delaveris (TEI Athens) - Esp. Guido Mamani
Ubicación: Umala, Provincia Aroma, departamento de La Paz, Bolivia
Año de proyecto de restauración 2018-2019
Año de obra: 2020
Fuentes: ANF / EFE
www.diseñobolivia.com
2020