Cristian Laime Yujra
Pintor, La Paz, Bolivia 1988.
La hermosa representación de una chola ataviada con metros de nylon, con esos que cubren las chiwiñas, esa suerte de paraguas andino contra el sol, pero de proporciones colosales, fue la imagen que captó la atención de los amantes de la pintura en plena pandemia. Dicha obra de arte no podía pertenecer a alguien que no sienta orgullo de sus raíces. Su nombre, Cristian Laime Yujra, nacido en Puerto Carabuco, a orillas del lago sagrado Titicaca, un 9 de abril (día de la Revolución Nacional del MNR) de 1988. Sorpresa, se trataba de un personaje muy joven. Y lo imaginamos niño de abarcas, con los cachetes quemados por el sol, acompañando a su madre en la pesca y cosecha.
El padre había marchado lejos. Y en esa tarea por buscar mejores días, él y su disgregada familia se mudaron a una casa en la zona Pacajes de la urbe alteña; siempre fue introvertido, cosa que aún le cuesta superar. “Ser hijo único y huérfano de padre, te puede enfrentar a muchas cosas difíciles, como la discriminación o el bullying, cosa que era muy habitual, pero también te enseña a valerte por ti mismo, a no conformarte con lo que tienes, sino aspirar a ser algo más, a buscar el progreso no solo por ti, sino por un futuro mejor para tu madre”, confiesa el joven artista.
La pregunta obligada tiene que ver con su cercanía al arte. “Desde que tengo uso de memoria, siempre tuve una afición por el dibujo, los colores y las formas; casi por instinto, dibujar unas veces en la escuela y muchas más en casa, hacían mis días más entretenidos. Hoy veo mis dibujos de niño y me siento casi un arqueólogo, había creado una especie de lenguajes que hablan de lo que veía, pensaba y quizá sentía”, respondió. Y ya más confianzudo, empezó a dar su visión sobre el oficio al que ve como una extensión más de su pensamiento, “supongo que el arte no es un mero acto de hacer un objeto agradable a la vista o que contenga ciertas características estéticas, tal vez es el momento que antecede al objeto, el instante en que canalizas tu vida misma, ese instante único y casi milagroso de tu existencia en el universo”.
Cristian pertenece a una generación con grandes inquietudes, cosa que se creía perdida y sepultada. El 2007, como flamante bachiller, se había anotado a la Academia Nacional de Bellas Artes (ANBA), y viajaba con sacrificio todos los días desde su nueva casa en Río Seco (El Alto) hasta la sede de aquella institución en Sopocachi (La Paz). Bajar desde allí fue un shock social, así lo dijo. “Había personas de todo estrato, comprendí que casi vivíamos en mundos diferentes y en esa variedad había un ánimo de competitividad, lo cual me ayudó mucho. Cada uno quería ser el ícono del arte en Bolivia, todos creíamos tener la clave, todos aprendíamos el uno del otro. Fueron años maravillosos y con mucha sed de conocimiento”. Cristian es un insigne defensor de su amada ciudad a 4.100 metros de altitud.
“El Alto para mi representa un contraste, una lucha constante entre la modernidad y el mantener vivas las identidades culturales que la componen; es una mancha urbana apresurada, resultado de siglos de colonización y de sincretismo cultural; es una ciudad que aún no define un horizonte común, que aún está en proceso de construcción; es como un gran campamento de paso, siento que la gente está a la espera de que algo va a cambiar y a transformar sus vidas”, responde y resulta más que encantadora la visión acerca de su entorno, sobre todo para aquellos que son ajenos, en estos tiempos de estigmas sociales que intentan marcar a los habitantes de esa metrópoli luchadora
“Hay una nueva generación de artistas en nuestro país que representa con creces los destinos esenciales del pensamiento y la creatividad contemporánea. Lo manifiesta su obra influida definitivamente por su lectura de la realidad y su capacidad de representarla” Javier Fernández (sobre el trabajo de Laime.)
El paceño ganó el Gran Premio del concurso municipal de artes plásticas con su obra “Himno Nacional, coro general”, sobre conflictos sociales. “La pieza trata de la viuda de una víctima de Octubre Negro, aunque tomé como puntos de referencia diferentes conflictos sociales pasados y actuales, así como la molestia general de la población”, Cristian Laime.
Laime nació en 1988, en La Paz. Estudió pintura en la Academia Nacional de Artes Hernando Siles y escultura en la Universidad Pública de El Alto. En sus 10 años de carrera artística ganó el primer premio del VI SALÓN ANBA (2010), el segundo premio del Concurso Nacional de Arte Pintura Alberto Montes de Oca (2012) y el primer lugar de Pintura en la categoría Artes Plásticas del Premio Plurinacional Eduardo Abaroa (2013), entre otros reconocimientos.
“Nos hemos vestido de plástico, hemos vestido a la Pachamama de plástico”, Cristian Laime
Dotado de una técnica realista y explotando el claroscuro, Laime pinta mujeres, aunque él aclara –y se advierte en sus obras- que la imagen recurrente y mayor fuente de inspiración es la de su madre.
El artista capta la transparencia y el reflejo de plásticos inmensos que cubren a su madre y a la Pachamama: “Una madre resume la esencia de la Madre Tierra, como dadora de todo”.
Su obra refleja la contaminación con plastico en cada nuevo paisaje cotidiano, irrefrenable y que enferma a la tierra, pero también retrata mujeres junto a esos plásticos que parecerían gozarlo.
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2022